domingo, 9 de diciembre de 2012

4.4. Bioética y revolución biotecnológica


                      El interés público por la biotecnología se debe a que (Luján et al., 1996):
      Desde los 60’s la tecnología ha sido puesta en el centro del debate público
      la biotecnología presenta un carácter horizontal, afectando a numerosos sectores de las actividades humanas
      La biotecnología, al permitir la manipulación racional de la base de la vida, toca una importante dimensión simbólica, entroncada en todas las culturas


La evaluación de riesgos no debe basarse exclusivamente en análisis de costo/beneficio, ya que frecuentemente hay valores intangibles no cuantificables .
 En todas las intervenciones del hombre en la naturaleza hay incertidumbre que no se pueden ponderar a priori
La ética de la responsabilidad nos obliga a la cautela, pero no a quedarnos inmovilizados


Una cuestión central es la de los fines:

Biotecnología aplicada preferentemente a resolver problemas de amplias capas de la población
Biotecnología centrada exclusivamente en aumentar la productividad y el beneficio económico privado























4.3.legislación


Agenda 21
Constitución,
Convenio de la Diversidad Biológica,
Protocolo de Cartagena,
Ley General de Salud,
Ley Federal de Sanidad Vegetal,
Ley sobre Producción, Certificación y Comercio de Semillas,
Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente,
Ley de Desarrollo Rural Sustentable,
[ Ley de Bioseguridad]
Reglamentos
Normas: FITO 056, [FITO-ECOL 200?]

viernes, 7 de diciembre de 2012

4.2.5.2. Animales transgénicos


4.2.5.2. Animales transgénicos
                                 

Aplicaciones en investigación y medicina.
Es evidente que la producción de proteínas de utilidad médica como la somatostatina, la insulina, la hormona del crecimiento humana y los interferones, es de gran importancia práctica. Por ejemplo, en el pasado, la hormona del crecimiento humana para el tratamiento del enanismo hipofisario se extraía de hipófisis obtenidas durante las autopsias y estaba disponible sólo en cantidades limitadas. La interleucina-2 (una proteína que ayuda a regular la respuesta inmunitaria) y el factor VIII de la coagulación se han clonado con éxito, y sin duda en el futuro se producirán otros importantes péptidos y proteínas. Un avance especialmente interesante es el uso de maíz y soja transgénicos para producir anticuerpos monoclonales para uso médico. También puede ser posible utilizar plantas desarrolladas mediante ingeniería genética para producir
Vacunas orales.
Algunos péptidos y proteínas humanas sintetizadas mediante ingeniería genética. Péptido o proteína Uso potencial α1-antitripsina Tratamiento del enfisema α-, β-, γ-interferones Agentes antivirales, antitumorales y antiinflamatorios factor VIII de la coagulación Tratamiento de la hemofilia
Calcitonina Tratamiento de la osteomalacia Factor de crecimiento epidérmico Tratamiento de las heridas .Eritropoyetina Tratamiento de la anemia. Hormona del crecimiento Promoción del crecimiento Insulina Tratamiento de la diabetes
Interleucinas 1, 2 y 3 Tratamiento de trastornos inmunitarios y tumores Factor estimulante de colonias de macrófagos Tratamiento contra el cáncer Relaxina Auxiliar al parto Albúmina sérica Suplemento del plasma somatostatina tratamiento de la acromegalia Estreptoquinasa anticoagulante activador del plasminógeno tisular anticoagulante Factor de necrosis tumoral tratamiento contra el cáncer
Los ratones manipulados mediante ingeniería genética pueden producir anticuerpos monoclonales humanos. También se están desarrollando vacunas sintéticas (por ejemplo, vacunas contra el paludismo y la rabia) mediante técnicas recombinantes. Ya se encuentra disponible también una vacuna recombinante contra la hepatitis B.
Podría estudiarse cualquier individuo para detectar la presencia de genes mutantes con sondas y técnicas de hibridación (incluso antes del nacimiento si se utilizaran en conjunción con la amniocentesis). Puede ser posible aplicar a sujetos enfermos un tipo de cirugía genética denominada terapia génica de células somáticas. Por ejemplo, sería posible retirar las células de un sujeto con una enfermedad  genética, cultivarlas y transformarlas con DNA clonado que contuviera una copia normal del gen o los genes defectuosos. Estas células podrían entonces volver a introducirse en el paciente; si se establecieran, la expresión de los genes normales podría curar al sujeto. Recientemente un paciente con una enfermedad inmunodeficiente, que carecía de la enzima adenosina desaminasa, responsable de la destrucción de los subproductos tóxicos del metabolismo ha recibido este tipo de tratamiento. Se extrajeron algunos de los linfocitos del paciente, se les introdujo el gen que codifica la adenosina desaminasa utilizando un retrovirus modificado y se volvieron a introducir en el paciente. Puede ser posible utilizar un retrovirus defectivo u otro virus para insertar directamente los genes adecuados en células huésped, quizá incluso en órganos o tejidos específicamente preseleccionados. Las toxinas de fusión proporcionan un tercer ejemplo de aplicaciones de ingeniería genética potencialmente importantes. Las primeras toxinas desarrolladas han sido proteínas recombinantes en las que se han combinado los dominios catalítico y de translocación de membrana de la toxina diftérica con proteínas que se unen específicamente a los receptores de superficie de la célula diana. Se están llevando a cabo ensayos clínicos con una toxina de fusión que contiene interleucina-2. La IL-2 se une a la célula, y el dominio enzimático de la toxina diftérica penetra y bloquea la síntesis de proteínas. Se han obtenido resultados alentadores en el tratamiento de la leucemia, los linfomas y la artritis reumatoide. El ganado parece estar destinado a desempeñar un papel importante en la biotecnología de orientación médica mediante el uso de un enfoque que en ocasiones ha recibido el nombre de ganadería molecular.  Los embriones de cerdo en los que se inyectan genes que codifican la hemoglobina humana se convierten en cerdos transgénicos que sintetizar hemoglobina humana. Los planes actuales consisten en purificar la hemoglobina y utilizarla como sustitutivo de la sangre. Un solo  cerdo podría aportar 20 unidades de sangre humana al año. Técnicas relativamente similares a ésta han producido cabras transgénicas  cuya leche contiene hasta 3 g/L de activador tisular del plasminógeno humano. El activador tisular del plasminógeno (TPA) disuelve los  coágulos sanguíneos y se utiliza en el tratamiento de los pacientes con
Cardiopatías.
Las técnicas de DNA recombinante están desempeñando un papel de importancia creciente en la investigación de las bases moleculares de la enfermedad. La transferencia de la investigación a la aplicación práctica a menudo es un proceso lento, debido a que no resulta fácil tratar la enfermedad de forma eficaz si se desconoce su mecanismo molecular. Por este motivo la ingeniería genética puede participar en la lucha contra una enfermedad aportando nueva información sobre su naturaleza, además de contribuir al diagnóstico y a tratamiento. Los ratones knockout están alterados genéticamente de manera que un gen concreto (un gen diana) se ha inactivado y se ha convertido en no funcional. Es una técnica compleja que utiliza una combinación de la tecnología del DNA recombinante, de cultivos celulares, y de manipulaciones de embriones. Construir un ratón knockout requiere aproximadamente un año, y analizar los efectos del knockout puede precisar incluso más tiempo. Este método fue desarrollado en 1989 por varios grupos, como el de Mario Cappechi en la Universidad de Utah, el de Oliver Smithies en la Universidad de Carolina del Norte, y el de Elizabeth Robertson en la Harvard Medical School; hasta la fecha, se han hecho más de 100 knockout génicos en ratón. Esta técnica empieza con la clonación de un gen diana de un ratón normal. Se inserta un gen de resistencia a antibióticos dentro de este gen, lo que interrumpe su función y proporciona un marcador para seguir el gen durante las posteriores manipulaciones. El gen alterado se transfecta a cultivos de células madres embrionarias (ES). En algunas de estas células, el gen alterado habrá remplazado al gen normal por un suceso de recombinación. Se seleccionan las células que contienen una copia del gen recombinante y un alelo normal, y se las hace crecer en cultivo. Estas células ES genéticamente alteradas se inyectan a un embrión de ratón, en el que participarán en la formación de los tejidos y órganos adultos. Se transfiere el embrión quimera a una madre adoptiva para que  complete su desarrollo. Utilizando genes del color del pelaje como marcadores, es posible seleccionar un ratón quimera que tenga células germinales provenientes de las células ES genéticamente alteradas. Los ratones heterocigóticos pueden utilizarse, mediante cruzamientos, para producir ratones homocigóticos para el gen inactivado; estos homocigotos se denominan ratones knockout ya que se ha mutado o suprimido la funcionalidad de un solo gen



4.2.5.1. Plantas transgénicas


4.2.5.1. Plantas transgénicas

Células vegetales.
En los últimos años, se ha conseguido clonar utilizando plantas  superiores como huésped y plásmidos bacterianos. La bacteria infecciosa
Agrobacterium tumifaciens, presente en el suelo, produce tumores (denominados agalla de la corona)  en muchas especies de plantas. La infección de las células normales por esta bacteria las transforma en células tumorales, y en las plantas dicotiledóneas del tipo de la uva y las plantas decorativas se desarrollan “tumoraciones en forma de agallas”. Normalmente, el tumor se localiza cerca de la unión de la raíz con el tallo de la planta. El tumor se origina debido a que los genes de la bacteria se insertan en el genoma de las células de la planta. Sólo son patógenas las cepas de A.tumefaciens que contienen un plásmido conjugativo de gran tamaño, denominado plásmido Ti
Cuando estas bacterias infectan células vegetales, un segmento del plásmido Ti, conocido como T-DNA, se transfiere al DNA cromosómico de la célula vegetal huésped. La región T-DNA contiene genes que codifican la síntesis de hormonas del crecimiento de la planta (una auxina y una citoquinina) y de un derivado de aminoácidos denominado “opina”, que son necesarias para el crecimiento de la bacteria infecciosa. Se pueden insertar genes exógenos en el segmento T-DNA de Ti, y la bacteria infecciosa puede transferir el Ti alterado a la célula vegetal. El DNA exógeno se  inserta  en  el  genoma  de  la  planta  cuando  el  T-DNA  se  integra  en  el  cromosoma  de  la  célula  huésped.  El  crecimiento  de  esta  célula genéticamente alterada puede inducirse en un medio de cultivo, formando una masa celular denominada callo. Manipulando el medio de cultivo, puede inducirse la formación de raíces y de brotes en  el callo, y que éste se desarrolle eventualmente como plantas adultas que contengan el gen exógeno. Cuando se identificó la naturaleza molecular de la “tumoración en forma de agallas”, se hizo evidente que el plásmido Ti y su T-DNA tenían un gran potencial como vector para la inserción de DNA recombinante en los cromosomas de plantas. En uno de los primeros experimentos, se añadió el gen que codifica el alcohol deshidrogenasa de las levaduras a la región T-DNA del plásmido Ti. La infección subsiguiente de células de plantas cultivadas condujo a la transferencia del gen de la levadura. Desde entonces, se han realizado numerosas modificaciones en el plásmido. Ti con objeto de mejorar sus características como vector. Habitualmente se añade uno o más genes de resistencia a antibióticos, y se elimina el T-DNA no esencial, incluidos los genes que codifican el desarrollo del tumor. Se mantienen los genes necesarios para la infección de la célula vegetal por el plásmido. También se ha insertado el T-DNA en el plásmido pBR322 de E.coli y en otros plásmidos para producir vectores de clonación capaces de desplazarse entre bacterias y plantas. El gen o los genes de interés se empalman en la región T-DNA entre las repeticiones directas. A continuación, se devuelve el plásmido a A.tumefaciens, se infectan con la bacteria células en cultivo de la planta, y se seleccionan los transformantes en función de su resistencia a antibióticos (u otro rasgo codificado por el T-DNA). Finalmente, se generan plantas completas a partir de las células del cultivo. Este mecanismo ha permitido desarrollar diversas plantas resistentes a herbicidas. Por desgracia, A.tumefaciens no produce la “tumoración en forma de agallas” en plantas monocotiledóneas del tipo del maíz, el trigo y otros granos; sólo se ha utilizado para modificar plantas tales como la patata, el tomate, el apio, la lechuga y la alfalfa. Sin embargo, existen datos.

e� @ e �R� � ilizado la hormona del crecimiento bovina para aumentar la producción de leche al menos un 10%. Es posible que también puedan mejorarse la resistencia a la enfermedad y la tolerancia a condiciones ambientales extremas de los animales de granja. Se ha invertido un esfuerzo considerable en la transferencia a otras plantas de cultivo de las capacidades fijadoras de nitrógeno de las bacterias asociadas a las leguminosas. Los principales genes responsables de este proceso se han clonado y transferido al genoma de las células de plantas; sin embargo, las células receptoras no han sido capaces  de fijar el nitrógeno. Si se tuviera éxito en este proyecto, los beneficios potenciales para plantas de cultivo tales como el maíz serían importantes. No obstante, existe cierta preocupación en torno al hecho de que las nuevas variedades fijadoras de nitrógeno pudieran propagarse de forma indiscriminada como malas hierbas o alterar el ciclo de nitrógeno del suelo.
Los intentos de conferir a las plantas resistencia a las condiciones ambientales adversas han tenido más éxito. Por ejemplo, se aislaron de Salmonella los genes responsables de la detoxificación de los herbicidas basados en el glifosato, y se introdujeron en células de la planta del tabaco utilizando el plásmido Ti Las plantas regeneradas a partir de las células recombinantes eran resistentes al herbicida. También se han desarrollado variedades de algodón y de maíz fértil transgénico resistentes a los herbicidas. Este hecho tiene una importancia considerable, ya que numerosas plantas sufren efectos adversos al ser tratadas con herbicidas. Las plantas de cultivo resistentes no sufrirían ningún efecto derivado de los agentes químicos empleados para el control de las malas hierbas, y las cosechas probablemente serían mucho mayores.
Se están explorando muchas otras aplicaciones en agricultura. Un buen ejemplo lo constituye una cepa alterada de Pseudomonas syringae que protege a las plantas de los daños por congelación porque no puede producir la proteína que induce la formación de cristales de hielo. Se está invirtiendo un gran esfuerzo en la protección de las plantas frente a plagas sin el uso de pesticidas químicos y se está estudiando una cepa de Pseudomonas fluorescens que contiene el gen que codifica la toxina de Bacillus thuringiensis. Esta toxina destruye muchas plagas de insectos, como la mariposa de la col y el gusano barrenador del maíz. También se ha desarrollado una variedad de maíz que contiene el gen de la toxina de B.thuringiensis. Existe un interés considerable por los virus destructores de insectos, y en particular por los baculovirus. Se ha insertado un gen que codifica la toxina del escorpión en el virus multicápside de la polihedrosis nuclear (AcMNPV). Este virus, desarrollado mediante ingeniería genética, mata a la mariposa de la col con mayor rapidez que el virus normal, y reduce de forma significativa los daños en el maíz. Finalmente, se están desarrollando cepas de soja, patata, calabacín, arroz y otras plantas, resistentes frente a virus.             
   










4.2.5. Tecnología de ADN recombinante en la agricultura


  4.2.5. Tecnología de ADN recombinante en la agricultura

                              Aplicaciones en agricultura.
También es posible evitar los métodos tradicionales de mejora genética y transferir directamente las características deseables  a animales y plantas importantes desde el punto de vista de la agricultura. Estas técnicas tienen la capacidad de aumentar las tasas de crecimiento y la producción global de proteínas de los animales de granja. El gen que codifica la hormona del crecimiento ya ha sido transferido de ratas a ratones, y los métodos de fertilización  in vitro e implantación de embriones han alcanzado  un nivel de desarrollo relativamente alto.
Recientemente, se ha utilizado la hormona del crecimiento bovina para aumentar la producción de leche al menos un 10%. Es posible que también puedan mejorarse la resistencia a la enfermedad y la tolerancia a condiciones ambientales extremas de los animales de granja. Se ha invertido un esfuerzo considerable en la transferencia a otras plantas de cultivo de las capacidades fijadoras de nitrógeno de las bacterias asociadas a las leguminosas. Los principales genes responsables de este proceso se han clonado y transferido al genoma de las células de plantas; sin embargo, las células receptoras no han sido capaces  de fijar el nitrógeno. Si se tuviera éxito en este proyecto, los beneficios potenciales para plantas de cultivo tales como el maíz serían importantes. No obstante, existe cierta preocupación en torno al hecho de que las nuevas variedades fijadoras de nitrógeno pudieran propagarse de forma indiscriminada como malas hierbas o alterar el ciclo de nitrógeno del suelo.
Los intentos de conferir a las plantas resistencia a las condiciones ambientales adversas han tenido más éxito. Por ejemplo, se aislaron de Salmonella los genes responsables de la detoxificación de los herbicidas basados en el glifosato, y se introdujeron en células de la planta del tabaco utilizando el plásmido Ti Las plantas regeneradas a partir de las células recombinantes eran resistentes al herbicida. También se han desarrollado variedades de algodón y de maíz fértil transgénico resistentes a los herbicidas. Este hecho tiene una importancia considerable, ya que numerosas plantas sufren efectos adversos al ser tratadas con herbicidas. Las plantas de cultivo resistentes no sufrirían ningún efecto derivado de los agentes químicos empleados para el control de las malas hierbas, y las cosechas probablemente serían mucho mayores.
Se están explorando muchas otras aplicaciones en agricultura. Un buen ejemplo lo constituye una cepa alterada de Pseudomonas syringae que protege a las plantas de los daños por congelación porque no puede producir la proteína que induce la formación de cristales de hielo. Se está invirtiendo un gran esfuerzo en la protección de las plantas frente a plagas sin el uso de pesticidas químicos y se está estudiando una cepa de Pseudomonas fluorescens que contiene el gen que codifica la toxina de Bacillus thuringiensis. Esta toxina destruye muchas plagas de insectos, como la mariposa de la col y el gusano barrenador del maíz. También se ha desarrollado una variedad de maíz que contiene el gen de la toxina de B.thuringiensis. Existe un interés considerable por los virus destructores de insectos, y en particular por los baculovirus. Se ha insertado un gen que codifica la toxina del escorpión en el virus multicápside de la polihedrosis nuclear (AcMNPV). Este virus, desarrollado mediante ingeniería genética, mata a la mariposa de la col con mayor rapidez que el virus normal, y reduce de forma significativa los daños en el maíz. Finalmente, se están desarrollando cepas de soja, patata, calabacín, arroz y otras plantas, resistentes frente a virus.                










4.2.3. Clonación de genes 4.2.4. Vectores de clonación


4.2.3. Clonación de genes
4.2.4. Vectores de clonación

Para replicar el DNA clonado se pueden utilizar distintos tipos de célula huésped. Uno de los huéspedes más utilizados es la cepa de laboratorio K12 de E.coli. Ésta y otras cepas de  E.coli se utilizan como huésped ya que están bien caracterizadas genéticamente y pueden aceptar un amplio espectro de vectores, incluyendo los plásmidos, los fagos y los cósmidos. Para crear moléculas de DNA recombinante se precisan varios pasos. Si se utiliza un plásmido como vector, el procedimiento es el siguiente:
1. El DNA que se va a clonar se aísla y se trata con una enzima de restricción para crear fragmentos que acaben en secuencias específicas.
2. Estos fragmentos se ligan a moléculas de plásmido que han sido cortadas con la misma enzima de restricción, obteniéndose un vector recombinante.
3. El vector recombinante se transfiere a células huésped bacteriano, generalmente por transformación, un proceso en el que las moléculas de DNA cruzan la membrana de la célula huésped transfiriéndose a su interior.
4. La célula huésped se hace crecer en una placa de cultivo, donde formará colonias. Puesto que las células de cada una de las colonias provienen de una sola célula inicial, todas las células de la colonia, y los plásmidos que contienen, son genéticamente idénticas, o clones. Se rastrean las colonias para identificar las que han incorporado el plásmido recombinante.
La cepa de E.coli huésped carece de enzimas de restricción y es recA (carece del gen que codifica la proteína RecA, una ATPasa necesaria para los procesos de recombinación genética), con objeto de reducir  las posibilidades de que el DNA recombinante sufra recombinación con el cromosoma de la célula huésped.  Bacillus subtilis y la levadura  Saccharomyces cerevisiae también pueden actuar de huéspedes. Como se volverá a mencionar a lo largo de este documento, los  vectores plasmídicos penetran en las células de  E.coli mediante un proceso de transformación.



4.2.2 Encimas de unión


Plásmidos.
Los plásmidos son moléculas de DNA de doble cadena extracromosómicas de origen natural que tienen un origen de replicación (ori+) y que se replican autónomamente en las células bacterianas. Para  poder utilizarlos en ingeniería genética, se han modificado o diseñado muchos plásmidos de manera que contengan un número limitado de sitios de restricción y genes de resistencia a antibióticos específico.
El vector pBR322 fue uno de los primeros plásmidos diseñados que  se utilizó en DNA recombinante. Este plásmido tiene un origen  de replicación (ori+), dos genes de selección (resistencia a los antibióticos ampicilina y tetraciclina), y algunos sitios de restricción únicos. Mapa de restricción del plásmido pBR322, que muestra las localizaciones de los sitios de las enzimas de restricción que cortan el plásmido por un solo sitio. Estos sitios pueden utilizarse para insertar los fragmentos de DNA a clonar. También se muestran las localizaciones de los genes de resistencia a antibióticos. El gen de resistencia a ampicilina hay sitios de restricción únicos para las enzimas RruI, PvuI y PstI. Si se introduce pBR322 en una célula bacteriana sin plásmidos y sensible a antibióticos, la célula se convertirá en resistente a la tetraciclina y a la ampicilina. Si se inserta un fragmento de DNA en los sitios de restricción RruI, PvuI, o PstI, se inactivará el gen de resistencia a ampicilina, pero el gen de resistencia a tetraciclina seguirá activo. Si este plásmido recombinante se transfiere a una célula bacteriana que no contenga plásmidos, las células que contengan el plásmido recombinante podrán identificarse, ya que serán resistentes a tetraciclina y sensibles a ampicilina.
Con el paso del tiempo se han desarrollado vectores plasmídicos más sofisticados, que ofrecen diversas características útiles. Uno de estos plásmidos, que deriva de pBR322, es el pUC18, que tiene las siguientes características:





1. El plásmido tiene la mitad de tamaño que pBR322, lo que permite insertar fragmentos de DNA más largos.
2. pUC18 se replica produciendo unas 500 copias por célula, lo que significa unas 5 ó 10 veces más que las que produce pBR322.
3. Tiene un gran número de sitios de restricción únicos, agrupados en una región denominada sitio de clonación múltiple (poliylinker).
4. El plásmido contiene un fragmento de un gen bacteriano denominado lacZ, y el sitio de clonación múltiple está insertado dentro de éste  fragmento del gen. El gen lacZ normal codifica la ß-galactosidasa, enzima que corta moléculas de azúcar. Cuando pUC18 se introduce en una célula huésped bacteriana que tiene el gen lacZ mutante, se produce ß-galactosidasa funcional. La presencia de ß -galactosidasa funcional en una colonia bacteriana puede detectarse mediante un ensayo colorimétrico. Las células bacterianas que contienen pUC18 forman colonias de color azul cuando crecen en un medio que contiene una sustancia denominada X-gal. Si hay DNA insertado en elsitio de clonación múltiple, se interrumpe el gen  lacZ y se forman colonias blancas. Las colonias blancas, resistentes a ampicilina, contienen plásmidos con DNA insertado. El plásmido pUC18 ofrece varias ventajas como vector de clonación. Debido a su pequeño tamaño, puede aceptar fragmentos de DNA relativamente grandes; se replica hasta un alto número de copias, y tiene un gran número de sitios de restricción en el sitio de clonación múltiple, localizado dentro del gen lacZ. Las bacterias que contienen pUC18 producen colonias de color azul si crecen en un medio que contenga X-gal. El DNA insertado en el sitio de clonación múltiple interrumpe el gen  lacZ, resultando en colonias blancas, lo que permite la identificación directa de las colonias que tienen insertos de DNA clonados