viernes, 7 de diciembre de 2012

4.2.5.1. Plantas transgénicas


4.2.5.1. Plantas transgénicas

Células vegetales.
En los últimos años, se ha conseguido clonar utilizando plantas  superiores como huésped y plásmidos bacterianos. La bacteria infecciosa
Agrobacterium tumifaciens, presente en el suelo, produce tumores (denominados agalla de la corona)  en muchas especies de plantas. La infección de las células normales por esta bacteria las transforma en células tumorales, y en las plantas dicotiledóneas del tipo de la uva y las plantas decorativas se desarrollan “tumoraciones en forma de agallas”. Normalmente, el tumor se localiza cerca de la unión de la raíz con el tallo de la planta. El tumor se origina debido a que los genes de la bacteria se insertan en el genoma de las células de la planta. Sólo son patógenas las cepas de A.tumefaciens que contienen un plásmido conjugativo de gran tamaño, denominado plásmido Ti
Cuando estas bacterias infectan células vegetales, un segmento del plásmido Ti, conocido como T-DNA, se transfiere al DNA cromosómico de la célula vegetal huésped. La región T-DNA contiene genes que codifican la síntesis de hormonas del crecimiento de la planta (una auxina y una citoquinina) y de un derivado de aminoácidos denominado “opina”, que son necesarias para el crecimiento de la bacteria infecciosa. Se pueden insertar genes exógenos en el segmento T-DNA de Ti, y la bacteria infecciosa puede transferir el Ti alterado a la célula vegetal. El DNA exógeno se  inserta  en  el  genoma  de  la  planta  cuando  el  T-DNA  se  integra  en  el  cromosoma  de  la  célula  huésped.  El  crecimiento  de  esta  célula genéticamente alterada puede inducirse en un medio de cultivo, formando una masa celular denominada callo. Manipulando el medio de cultivo, puede inducirse la formación de raíces y de brotes en  el callo, y que éste se desarrolle eventualmente como plantas adultas que contengan el gen exógeno. Cuando se identificó la naturaleza molecular de la “tumoración en forma de agallas”, se hizo evidente que el plásmido Ti y su T-DNA tenían un gran potencial como vector para la inserción de DNA recombinante en los cromosomas de plantas. En uno de los primeros experimentos, se añadió el gen que codifica el alcohol deshidrogenasa de las levaduras a la región T-DNA del plásmido Ti. La infección subsiguiente de células de plantas cultivadas condujo a la transferencia del gen de la levadura. Desde entonces, se han realizado numerosas modificaciones en el plásmido. Ti con objeto de mejorar sus características como vector. Habitualmente se añade uno o más genes de resistencia a antibióticos, y se elimina el T-DNA no esencial, incluidos los genes que codifican el desarrollo del tumor. Se mantienen los genes necesarios para la infección de la célula vegetal por el plásmido. También se ha insertado el T-DNA en el plásmido pBR322 de E.coli y en otros plásmidos para producir vectores de clonación capaces de desplazarse entre bacterias y plantas. El gen o los genes de interés se empalman en la región T-DNA entre las repeticiones directas. A continuación, se devuelve el plásmido a A.tumefaciens, se infectan con la bacteria células en cultivo de la planta, y se seleccionan los transformantes en función de su resistencia a antibióticos (u otro rasgo codificado por el T-DNA). Finalmente, se generan plantas completas a partir de las células del cultivo. Este mecanismo ha permitido desarrollar diversas plantas resistentes a herbicidas. Por desgracia, A.tumefaciens no produce la “tumoración en forma de agallas” en plantas monocotiledóneas del tipo del maíz, el trigo y otros granos; sólo se ha utilizado para modificar plantas tales como la patata, el tomate, el apio, la lechuga y la alfalfa. Sin embargo, existen datos.

e� @ e �R� � ilizado la hormona del crecimiento bovina para aumentar la producción de leche al menos un 10%. Es posible que también puedan mejorarse la resistencia a la enfermedad y la tolerancia a condiciones ambientales extremas de los animales de granja. Se ha invertido un esfuerzo considerable en la transferencia a otras plantas de cultivo de las capacidades fijadoras de nitrógeno de las bacterias asociadas a las leguminosas. Los principales genes responsables de este proceso se han clonado y transferido al genoma de las células de plantas; sin embargo, las células receptoras no han sido capaces  de fijar el nitrógeno. Si se tuviera éxito en este proyecto, los beneficios potenciales para plantas de cultivo tales como el maíz serían importantes. No obstante, existe cierta preocupación en torno al hecho de que las nuevas variedades fijadoras de nitrógeno pudieran propagarse de forma indiscriminada como malas hierbas o alterar el ciclo de nitrógeno del suelo.
Los intentos de conferir a las plantas resistencia a las condiciones ambientales adversas han tenido más éxito. Por ejemplo, se aislaron de Salmonella los genes responsables de la detoxificación de los herbicidas basados en el glifosato, y se introdujeron en células de la planta del tabaco utilizando el plásmido Ti Las plantas regeneradas a partir de las células recombinantes eran resistentes al herbicida. También se han desarrollado variedades de algodón y de maíz fértil transgénico resistentes a los herbicidas. Este hecho tiene una importancia considerable, ya que numerosas plantas sufren efectos adversos al ser tratadas con herbicidas. Las plantas de cultivo resistentes no sufrirían ningún efecto derivado de los agentes químicos empleados para el control de las malas hierbas, y las cosechas probablemente serían mucho mayores.
Se están explorando muchas otras aplicaciones en agricultura. Un buen ejemplo lo constituye una cepa alterada de Pseudomonas syringae que protege a las plantas de los daños por congelación porque no puede producir la proteína que induce la formación de cristales de hielo. Se está invirtiendo un gran esfuerzo en la protección de las plantas frente a plagas sin el uso de pesticidas químicos y se está estudiando una cepa de Pseudomonas fluorescens que contiene el gen que codifica la toxina de Bacillus thuringiensis. Esta toxina destruye muchas plagas de insectos, como la mariposa de la col y el gusano barrenador del maíz. También se ha desarrollado una variedad de maíz que contiene el gen de la toxina de B.thuringiensis. Existe un interés considerable por los virus destructores de insectos, y en particular por los baculovirus. Se ha insertado un gen que codifica la toxina del escorpión en el virus multicápside de la polihedrosis nuclear (AcMNPV). Este virus, desarrollado mediante ingeniería genética, mata a la mariposa de la col con mayor rapidez que el virus normal, y reduce de forma significativa los daños en el maíz. Finalmente, se están desarrollando cepas de soja, patata, calabacín, arroz y otras plantas, resistentes frente a virus.             
   










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