4.2.5.2. Animales transgénicos
Aplicaciones
en investigación y medicina.
Es evidente que la
producción de proteínas de utilidad médica como la somatostatina, la insulina,
la hormona del crecimiento humana y los interferones, es de gran importancia
práctica. Por ejemplo, en el pasado, la hormona del crecimiento humana para el
tratamiento del enanismo hipofisario se extraía de hipófisis obtenidas durante
las autopsias y estaba disponible sólo en cantidades limitadas. La interleucina-2
(una proteína que ayuda a regular la respuesta inmunitaria) y el factor VIII de
la coagulación se han clonado con éxito, y sin duda en el futuro se producirán
otros importantes péptidos y proteínas. Un avance especialmente interesante es
el uso de maíz y soja transgénicos para producir anticuerpos monoclonales para
uso médico. También puede ser posible utilizar plantas desarrolladas mediante
ingeniería genética para producir
Vacunas
orales.
Algunos péptidos y
proteínas humanas sintetizadas mediante ingeniería genética. Péptido o proteína
Uso potencial α1-antitripsina Tratamiento del enfisema α-, β-, γ-interferones
Agentes antivirales, antitumorales y antiinflamatorios factor VIII de la
coagulación Tratamiento de la hemofilia
Calcitonina Tratamiento
de la osteomalacia Factor de crecimiento epidérmico Tratamiento de las heridas
.Eritropoyetina Tratamiento de la anemia. Hormona del crecimiento Promoción del
crecimiento Insulina Tratamiento de la diabetes
Interleucinas 1, 2 y
3 Tratamiento de trastornos inmunitarios y tumores Factor estimulante de
colonias de macrófagos Tratamiento contra el cáncer Relaxina Auxiliar al parto Albúmina
sérica Suplemento del plasma somatostatina tratamiento de la acromegalia Estreptoquinasa
anticoagulante activador del plasminógeno tisular anticoagulante Factor de
necrosis tumoral tratamiento contra el cáncer
Los ratones
manipulados mediante ingeniería genética pueden producir anticuerpos
monoclonales humanos. También se están desarrollando vacunas sintéticas (por
ejemplo, vacunas contra el paludismo y la rabia) mediante técnicas
recombinantes. Ya se encuentra disponible también una vacuna recombinante
contra la hepatitis B.
Podría estudiarse
cualquier individuo para detectar la presencia de genes mutantes con sondas y
técnicas de hibridación (incluso antes del nacimiento si se utilizaran en
conjunción con la amniocentesis). Puede ser posible aplicar a sujetos enfermos
un tipo de cirugía genética denominada terapia génica de células somáticas. Por
ejemplo, sería posible retirar las células de un sujeto con una enfermedad genética, cultivarlas y transformarlas con
DNA clonado que contuviera una copia normal del gen o los genes defectuosos. Estas
células podrían entonces volver a introducirse en el paciente; si se
establecieran, la expresión de los genes normales podría curar al sujeto.
Recientemente un paciente con una enfermedad inmunodeficiente, que carecía de
la enzima adenosina desaminasa, responsable de la destrucción de los subproductos
tóxicos del metabolismo ha recibido este tipo de tratamiento. Se extrajeron
algunos de los linfocitos del paciente, se les introdujo el gen que codifica la
adenosina desaminasa utilizando un retrovirus modificado y se volvieron a
introducir en el paciente. Puede ser posible utilizar un retrovirus defectivo u
otro virus para insertar directamente los genes adecuados en células huésped,
quizá incluso en órganos o tejidos específicamente preseleccionados. Las
toxinas de fusión proporcionan un tercer ejemplo de aplicaciones de ingeniería genética
potencialmente importantes. Las primeras toxinas desarrolladas han sido
proteínas recombinantes en las que se han combinado los dominios catalítico y
de translocación de membrana de la toxina diftérica con proteínas que se unen
específicamente a los receptores de superficie de la célula diana. Se están
llevando a cabo ensayos clínicos con una toxina de fusión que contiene interleucina-2.
La IL-2 se une a la célula, y el dominio enzimático de la toxina diftérica
penetra y bloquea la síntesis de proteínas. Se han obtenido resultados alentadores
en el tratamiento de la leucemia, los linfomas y la artritis reumatoide. El
ganado parece estar destinado a desempeñar un papel importante en la
biotecnología de orientación médica mediante el uso de un enfoque que en
ocasiones ha recibido el nombre de ganadería molecular. Los embriones de cerdo en los que se inyectan
genes que codifican la hemoglobina humana se convierten en cerdos transgénicos
que sintetizar hemoglobina humana. Los planes actuales consisten en purificar
la hemoglobina y utilizarla como sustitutivo de la sangre. Un solo cerdo podría aportar 20 unidades de sangre
humana al año. Técnicas relativamente similares a ésta han producido cabras
transgénicas cuya leche contiene hasta 3
g/L de activador tisular del plasminógeno humano. El activador tisular del
plasminógeno (TPA) disuelve los coágulos
sanguíneos y se utiliza en el tratamiento de los pacientes con
Cardiopatías.
Las técnicas de DNA
recombinante están desempeñando un papel de importancia creciente en la
investigación de las bases moleculares de la enfermedad. La transferencia de la
investigación a la aplicación práctica a menudo es un proceso lento, debido a que
no resulta fácil tratar la enfermedad de forma eficaz si se desconoce su
mecanismo molecular. Por este motivo la ingeniería genética puede participar en
la lucha contra una enfermedad aportando nueva información sobre su naturaleza,
además de contribuir al diagnóstico y a tratamiento. Los ratones knockout están
alterados genéticamente de manera que un gen concreto (un gen diana) se ha
inactivado y se ha convertido en no funcional. Es una técnica compleja que
utiliza una combinación de la tecnología del DNA recombinante, de cultivos
celulares, y de manipulaciones de embriones. Construir un ratón knockout
requiere aproximadamente un año, y analizar los efectos del knockout puede precisar
incluso más tiempo. Este método fue desarrollado en 1989 por varios grupos,
como el de Mario Cappechi en la Universidad de Utah, el de Oliver Smithies en
la Universidad de Carolina del Norte, y el de Elizabeth Robertson en la Harvard
Medical School; hasta la fecha, se han hecho más de 100 knockout génicos en
ratón. Esta técnica empieza con la clonación de un gen diana de un ratón
normal. Se inserta un gen de resistencia a antibióticos dentro de este gen, lo
que interrumpe su función y proporciona un marcador para seguir el gen durante
las posteriores manipulaciones. El gen alterado se transfecta a cultivos de
células madres embrionarias (ES). En algunas de estas células, el gen alterado
habrá remplazado al gen normal por un suceso de recombinación. Se seleccionan
las células que contienen una copia del gen recombinante y un alelo normal, y
se las hace crecer en cultivo. Estas células ES genéticamente alteradas se
inyectan a un embrión de ratón, en el que participarán en la formación de los tejidos
y órganos adultos. Se transfiere el embrión quimera a una madre adoptiva para
que complete su desarrollo. Utilizando
genes del color del pelaje como marcadores, es posible seleccionar un ratón
quimera que tenga células germinales provenientes de las células ES
genéticamente alteradas. Los ratones heterocigóticos pueden utilizarse,
mediante cruzamientos, para producir ratones homocigóticos para el gen
inactivado; estos homocigotos se denominan ratones knockout ya que se ha mutado
o suprimido la funcionalidad de un solo gen
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